Miguel Barrero cuenta en su bitácora, con bastante más gracia que yo, una anécdota reciente que viví en Argelia y que podría entrar a formar parte de un posible anecdotario de la traducción poética. Cosas que le pasan a uno cuando hace de viajante de su propia poesía.
(Por cierto, me asombra y me conmueve la retentiva de Miguel, considerando que la anécdota se relató en un bar de Cimadevilla a las tres de la mañana. Y no, la foto no es de ahora, lo menos tiene once años. Ay esas gafas!)
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Hace 5 horas
4 comentarios:
no hay problema. yo también llevé gafas como esas
han vuelto a estar de moda!
La anécdota es buenísima. Desde luego, casi más asombroso que le traduzcan a uno al árabe es que le traduzcan del árabe :-)
Abrazo.
Me alivia saberlo, luna y antonio. Y sí, Juan Manuel, creo que con las traducciones del árabe me haré un bonito heterónimo. Abrazo a todos.
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