Envuelto
finalmente por el sueño, he cerrado los ojos y he dejado el libro abierto sobre
el vientre. Hacía años que no sentía el peso del papel en el cuerpo. Siempre
dejo la lectura a un lado, en el sofá o en la mesita de noche. Esta vez he
sentido con sorpresa –casi un sobresalto– el alivio protector del libro, su
tibieza. Y me he puesto a dormir con perfecta placidez.
FÉLIX AZZATI Y JOSEP VICENT MARQUÉS
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Preparando un texto para la serie radiofónica “Historias desde las
esquinas” de Onda Cero Sagunto (finalmente no grabado) sobre el periodista
Félix Azza...
Hace 4 horas
1 comentario:
Así puede ser cuando se siente la calidez y el sosiego del libro.
Abrazo.
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