Envuelto
finalmente por el sueño, he cerrado los ojos y he dejado el libro abierto sobre
el vientre. Hacía años que no sentía el peso del papel en el cuerpo. Siempre
dejo la lectura a un lado, en el sofá o en la mesita de noche. Esta vez he
sentido con sorpresa –casi un sobresalto– el alivio protector del libro, su
tibieza. Y me he puesto a dormir con perfecta placidez.
QUOD EROS DEMONSTRANDUM: EL EROS NARRATIVO DE GUILLERMO CABRERA INFANTE
-
*[Hoy se cumplen veinte años de la muerte de Cabrera Infante,
ocurrida en Londres el lunes 21 de febrero de 2005. En homenaje a su
figura, pub...
Hace 1 hora
1 comentario:
Así puede ser cuando se siente la calidez y el sosiego del libro.
Abrazo.
Publicar un comentario