domingo, febrero 22, 2009
dientes del juicio
Vaga inquietud, de repente, por no haber guardado los dientes de leche de su hija. ¿Por qué no estuvo más atento y los puso a buen recaudo cuando debía? Absurdo, desde luego, pero no puede evitar una punzada de remordimiento cuando piensa en esos fragmentos de marfil incipiente olvidados en un rincón, o tirados directamente no sabe dónde. Un descuido turbador, algo como un sacrilegio a escala doméstica.
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2 comentarios:
Y qué haremos con ellos los que sí los guardamos en su día.
Luis Miguel
Habrá que preguntar al Ratoncito Pérez...
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