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martes, diciembre 24, 2019

feliz navidad



Komura Settai (Japón, 1887-1940), Nevada matinal, 1924


Amanece con nieve: nieve reciente, muy fina, como pelusa o polvos de talco. Ya ayer, al regresar de buena tarde a casa, el azul cobalto de un cielo sin estrellas competía con el aura anaranjada de las farolas precaria y prematuramente encendidas. Era un indicio de nieve, o la nieve misma, suspendida sin cuerpo en el aire, lluvia invisible que solo la luz revela. Ahora descorro las cortinas y la blancura me duele en los ojos. Despierto con este resplandor acerado de un sol lejano, nítido como una hoja de afeitar, y luego, en silencio, con miedo a despertarla, desciendo a la cocina. En el jardín, la tierra húmeda asoma tímidamente entre lo blanco, y también los mínimos brotes que en este final de febrero se atreven a desafiar los últimos bandazos del invierno. No aguantará la nieve: tal vez en el jardín nos espere algún rastro esta noche, pero será la excepción. No hubo viento. Nada nos inquietó mientras dormíamos. Puedo imaginar ahora el rumor inapreciable de la nieve al caer sobre el asfalto como una música de fondo en nuestros sueños. No soñé con nieve, pero todo lo soñado se asienta en ella. Luego, cuando salga a la calle, será ese territorio el que pise, seré yo quien entre como una prolongación furtiva en mi sueño; y quien tome residencia con la primera palabra pensada o escrita sobre la nieve.

«Preámbulos del poema», 1997


Felices fiestas a todos, con mis mejores deseos.

sábado, diciembre 21, 2013

heather buck / la propuesta





Esta tarde, mientras la luz recorre
con imposible lentitud el huerto
y yo me giro, inquisitiva,
mi mano entre tu mano,
mis ojos buscando un sentido
a las nubes que oprimen
el vasto escenario del cielo,

¿aceptarás conmigo ese sendero
que existe solo cuando lo pisamos,
esa casa que respira a la vida
solo cuando se la comparte,
esa jarra de vino
que se llena cuando bebemos?




Traduje este breve poema de Heather Buck (1926-2004) hace como quince años, poco después de leerlo en el que sería, a la postre, su último libro. El título era simbólico y premonitorio: Waiting for the Ferry (1998); donde «ferry» remite, como es obvio, a la barca de Caronte.

Poco he llegado a saber de su autora. Colaboraba habitualmente en Agenda, la revista fundada y dirigida por William Cookson, y había publicado en la editorial de la revista un lúcido estudio sobre la via negativa como fuente de afirmación en los Cuatro Cuartetos de Eliot. Waiting for the Ferry era su cuarto libro de poemas y lo editó Anvil Press, en cuya página web he encontrado los únicos datos biográficos de que dispongo: Heather Buck nació en Kent in 1926. Comenzó a escribir en 1966 tras someterse a un análisis jungiano. Vivió en Lavenham, Suffolk y murió en 2004.

La referencia a Jung no es casual: la poesía de Buck es clara, incluso sencilla con la desnudez diamantina de ciertas imágenes y símbolos arquetípicos, y tiene la sequedad, el toque inexorable, de quien ha pensado mucho lo que quiere decir y no se anda con rodeos al decirlo. Pero es también una poesía humilde, llena de empatía imaginativa, capaz de levantar los velos del mundo y ver lo que allí se esconde. «La propuesta» (originalmente «The Proposal») parece un poema sin aristas y sin embargo me ha llevado todos estos años dar con una versión satisfactoria. Quizá mi error fue que inicialmente opté por un ejercicio de reescritura libre que a punto estuvo de aparecer en mi libro Gran angular. Un error de soberbia: ninguna libertad que yo pudiera tomarme podía mejorar el poema o hacerlo más nítido, más rotundo.

Después de volver sobre él y hacer algunos ajustes, lo comparto en esta bitácora a modo de felicitación navideña. El año ha sido largo y duro y se cierra con presagios muy negros sobre el futuro de nuestras libertades y nuestra salud democrática. Ojalá 2014 nos depare al menos alguna satisfacción colectiva, que buena falta nos hace. Entretanto, no sin una mezcla de rabia y hartazgo (también de esperanza), os deseo a todos muy feliz Navidad.



The Proposal

This evening, as the light dawdles
impossibly slow in the orchard
and I turn and question you,
my hand linked to yours,
my eyes trying to spell out
the meaning of clouds
humped over a vast arena of sky,

will you acquiesce in a path
that exists only by treading,
in a house that is breathed
into life only by sharing,
in a jug full of wine
replenished by drinking?

lunes, diciembre 24, 2012

feliz navidad



Pieter Brueghel el Viejo, Cazadores en la nieve (detalle)

[…]
 
Así la rueda de las estaciones
te será dulce, ya el verano vista
la tierra de verdor, o el petirrojo
se pose y cante en la desnuda rama
del musgoso manzano, entre mechones
de nieve blanda, mientras a su lado
la techumbre de paja humea al sol;
ya caigan del alero
las gotas de rocío, sólo audibles
en la quietud que sigue a la tormenta,
o el oficio secreto de la escarcha
las torne estalactitas refulgentes,
calladas bajo la callada luna.


S. T. Coleridge
«Escarcha a medianoche»

domingo, noviembre 29, 2009

x-mas

Primera noche con la iluminación navideña en las calles. Es curioso, he disfrutado mucho más que cuando era niño, he sentido una ilusión tan inesperada que, en un primer momento, la he atribuido al agotamiento (eran casi las nueve y media y todavía estaba en la calle, con las defensas intelectuales bajas, esperando el autobús de vuelta a casa y resintiéndome de los viajes de estos días). Pero la ilusión era genuina, como si, precisamente por ser adulto, quisiera disfrutar aun más de ciertos regalos o momentos infantiles que de pequeño me parecían de lo más normal, adscritos al orden natural de las cosas. Con el tiempo estos momentos de tregua, estas pequeñas y triviales iluminaciones domésticas que nos acercan de otro modo la atmósfera de la niñez, cobran una importancia inesperada; tienen algo de bálsamo para los rasguños del día a día, de hechizo contra el mal de ojo de la vida misma, y uno se aferra a ellas con plena conciencia de su carácter pasajero y hasta de cartón piedra, pero deseando respirar por un instante ese aire más limpio, más sencillo, como de quien todavía está aprendiendo a caminar.