
La verdad es que a Donald Justice (1925-2004) sólo le he leído en antologías. Eso sí, está en todas, y en todas se dice que es un poeta de rara perfección, de obra escueta y ajustada, que hizo de la brevedad y la reticencia principios de orden moral. Así en este breve y punzante poema, donde la alucinación se deja envolver hacia el final por los rayos oblicuos de la elegía. Leyéndolo, se comprenden los elogios que Simic le ha dedicado alguna vez.
Sobre la muerte de amigos en la niñez
No los veremos en el cielo con la barba poblada
ni bronceándose entre los calvos del infierno;
si acaso, al final de la tarde, en el patio desierto de la escuela,
componiendo un anillo o juntando sus manos
en juegos cuyos nombres se nos han olvidado.
Ven, memoria, ayúdame a encontrarlos en las sombras.
Trad. J.D.
El original, aquí.