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jueves, agosto 04, 2022

maneras de llegar por el camino más largo

 


 

 

Diane Wakoski, Esperando al Rey de España, edición bilingüe, traducción y prólogo de Eduardo Moga, Madrid, Bartleby Editores, 2022.

 

 

Aunque publicó su primer poemario en 1962 (en Hawk’s Well Press, la editorial del gran Jerome Rothenberg), la californiana Diane Wakoski (1937) es un fruto peculiar del clima de indagación y libertad que caracterizó la poesía norteamericana durante la década de 1970. Alientan en su trabajo, como poco, tres influjos simultáneos: el de la escuela confesional a lo Anne Sexton o Robert Lowell, de la que rechaza su afán por epatar y su exhibicionismo; el de la poesía de la «imagen profunda» del propio Rothenberg y el primer Robert Bly; y el de la poesía beat, con la que coincide en el tiempo y que es una lección de vitalidad y rebeldía calculada.

 

Esperando al Rey de España, publicado originalmente en 1976, es un modelo a escala de toda su obra: una poesía discursiva, incluso narrativa, de evidente vocación autobiográfica; una poesía de personajes, muchas veces ficticios –Harry Moon, el «Rey de España» del título– o históricos, como un George Washington que salta de libro en libro y es el emblema, aquí, de la autoridad arquetípica; una poesía de imágenes, regida por la lógica de la metáfora; y, en fin, una poesía amorosa que no renuncia a la ironía, el humor en defensa propia o la visión crítica de la realidad.

 

Es revelador que una de las figuras que comparecen en este libro sea Federico García Lorca, invocado como fetiche y símbolo perdurable de libertad poética y vital: «Las rosas cubrían el pecho de Lorca […] En mi boca había rosas en lugar de palabras».

 

La escritura de Wakoski en este libro suele ser divagatoria, de largo aliento, como si el merodeo constante (el vaivén entre anécdota vital, metáfora y diálogo con los personajes) fuera un principio estructural. Lo ha dicho ella misma: «la naturaleza de la música [poética] exige que escuchemos todas las digresiones». Eduardo Moga, a quien debemos el conocimiento de esta obra, la traduce con su maestría habitual: «un nombre nunca me basta, pues muy joven aprendí que los nombres lo son todo».

 

 

Publicado en La Lectura de El Mundo, 29 de julio de 2022.

 

 


 

jueves, febrero 24, 2022

contra la muerte

  



Eduardo Moga, Tú no morirás, Valencia, Pre-Textos, 2021, 86 págs.

 

 

Alguna vez ha dicho Eduardo Moga (Barcelona, 1962) que toda su obra es un acto de rebeldía contra la muerte: la muerte, ese escándalo, que envenena la existencia y nos condena a bracear en el absurdo. A pesar de la tensión existencialista de sus últimos libros, Moga ha sido siempre un poeta barroco, empeñado en combatir ese falta de sentido con el placer de una palabra feraz, casi palpable, y Tú no morirás lo confirma plenamente, con su visión del amor como fuerza primordial que eleva y salva a sus protagonistas. «Amor todo lo vence», sí, como quería Virgilio.

 

Dividido en doce largos poemas que combinan el verso y la prosa –más un soneto en alejandrinos que hace las veces de pórtico–, estamos quizá ante el libro más condensado y a la vez formalmente más diverso de su autor. Desde el inicio mismo, la amada comparece como ausencia, pero es una ausencia corpórea, «desnuda […], acuciada por las dentelladas del no ser, húmeda de penumbra y de madrugada»; una ausencia material que no cesa de mutar y transfigurarse gracias al poder reproductor de la imagen. Amor y desamor conviven en una alternancia de la que salen más unidos que nunca: el dolor es alegría, el aliento es ahogo, todo baila los ritmos de la paradoja y el principio de contradicción. Y el yo se explaya en toda clase de formas –el versículo, la prosa sin puntuación, la tirada anafórica– para desvanecerse justo al final, en los poemas en prosa que reconstruyen el mal de amor de personajes reales o ficticios como Larra o Yuri Zhivago, entre otros. Por el camino, el poeta revisita el tono de sus primeros libros (La luz oída, Premio Adonáis) en dos largos poemas –el VI y el VIII– que confirman su maestría en el verso clásico y son, a la vez, el punto más alto y luminoso del libro: «Me lacera decir / tu nombre: me redime».

 

La poesía de Moga es a la vez minuciosa y expansiva, como si las palabras que pone ante la muerte crecieran hacia dentro, como matrioskas. Y aquí, además, las anima una urgencia, una necesidad, que el lector no tarda en hacer suya.

 

 

Publicado originalmente en La Lectura de El Mundo, 4 de febrero de 2022.

 

 

 


 

lunes, noviembre 18, 2019

novedades

   
Quiere la casualidad que una parte importante de los trabajos que he ido haciendo estos meses vean la luz ahora, en noviembre, ¡todos a la vez! Hago recuento por si algún lector curioso tiene interés o ganas de acercarse a esas páginas:
 


En el número 431 de la revista Quimera aparece un extracto de un libro de notas en preparación –supongo que el sucesor de Perros en la playa– con el título de «Poética del sonámbulo».

El dossier central del nuevo número de Turia está dedicado al gran poeta polaco Zbigniew Herbert. El dossier, coordinado magistralmente por Xavier Farré, recoge el trabajo de hasta quince autores, incluido mi artículo «La piedra y la perla» (en la sección de inéditos aparece también un poema reciente, «Secuela»).




El poeta Carlos Iglesias Díez me entrevista por extenso –una entrevista más escrita que hablada, en realidad– en la revista asturiana Anáfora a propósito de mi libro de ensayos La puerta verde.

He escrito el prólogo del nuevo libro de Raúl González García, su segundo poemario, Fuga de nieve, que acaba de ver la luz en Verbum. Un libro que preserva como pocos la frescura y la intensidad casi alucinatoria de las visiones juveniles, y que profundiza en el surco abierto por los poemas de Los fuegos del agua.

También es de ahora mismo la antología bilingüe (español / inglés) Streets Where to Walk is to Embark. Spanish Poets in London (1811-2018), editada por Eduardo Moga y traducida por Terence Dooley para la editorial Shearsman Books, que recoge una muestra amplísima de los poemas que escritores españoles de dos siglos hemos dedicado a Londres. Mi trabajo aparece representado con el poema «Días de 1998», que recuerda la hospitalidad –y la compañía– de mis viejos amigos Maria Cristina Fumagalli y Jon Dean.




lunes, diciembre 21, 2015

reseñas


Poco a poco van viendo la luz algunos comentarios que recogen la reacción de los lectores a los dos libros que he tenido el atrevimiento de publicar recientemente. El que más fortuna está teniendo de los dos (no sé si debo añadir: curiosamente) es Don de lenguas, mi librito de entrevistas literarias editado con mimo por Confluencias. Creo que el más madrugador fue Francisco León, que reunió algunas citas significativas en su bitácora. Una especie de aperitivo de la reseña (lúcida y atenta) que le dedicó por esas fechas Carlos Alcorta. Y, más recientemente, Eduardo Moga ha publicado en su bitácora un generoso comentario del libro que es también una breve antología del mismo. Los tres son poetas, claro, y los tres han sabido apreciar a la perfección el carácter ensayístico y reflexivo de estas conversaciones, muchas de las cuales giran precisamente sobre el arte poético.

Así también Álvaro Valverde, que hace unas semanas escribía por extenso sobre Don de lenguas en su bitácora, ha tenido la gentileza de reseñar mi antología Nada se pierde (Prensas de la Universidad de Zaragoza) en El Cultural del pasado viernes 18 de diciembre. A todos ellos, gracias de corazón.

sábado, noviembre 17, 2012

monósticos / el libro


V.

No queda nadie en pie, los tuyos duermen.
El silencio se vierte sin prisa en tus oídos.
Un no es no es no.
No hay nadie a quien culpar, ningún pretexto.
Alguien, en otra noche, piensa furiosamente en ti.





«Formatos matemáticos para mundos interiores, aritmética de selvas». Así definió el poeta Eduardo Moga, en un mensaje reciente, los Monósticos que acabo de publicar en una hermosa edición ilustrada gracias al esfuerzo y el compromiso de Del Centro Editores. También el poeta Álvaro Valverde, en su bitácora, le ha dedicado una inteligente y generosa entrada, como todas las suyas. Aunque el libro se ha publicado en edición limitada (quizá no tanto: cien ejemplares), poco a poco va encontrando un puñado de lectores bien predispuestos. Debo confesar que me siento cómodo en este formato y este ámbito de recepción, tan domésticos: de alguna manera, preserva para los poemas esa intimidad en la que nacieron y de la que, tal vez, nunca deberían salir.





Como habrá quien no sepa de qué estoy hablando, recuerdo que Monósticos es un poema en 21 partes, algunas brevísimas, del que ya he ido dando muestras en el pasado. El libro viene acompañado de las imágenes –hechas para la ocasión– del pintor Haritz Guisasola y se puede adquirir llamando o escribiendo al Centro de Arte Moderno de la madrileña calle de Galileo (en cuya página aparece toda la información pertinente). Copio aquí la ficha técnica. Tal vez esté mal que yo lo diga, pero el trabajo de Claudio y Raúl, los editores del CAM, ha sido espectacular.


Monósticos. Poemas de Jordi Doce. Ilustraciones de Haritz Guisasola. Del Centro Editores. Madrid. 2012. Primera edición. Edición artesanal de 100 ejemplares firmados por el autor y el ilustrador impresos en papel Fabriano de 160 g. en rama presentado en carpeta revestida en tela con guarda de papel estampado a mano. 64 p. ISBN: 978-84-92816-58-3. PVP 29 €





domingo, noviembre 11, 2012

2+1 reseñas





Son dos reseñas: la primera (en la imagen: hay que hacer
click en ella para aumentarla), en El Cuaderno, de Eduardo Moga sobre Conjeturas y esperanza, la antología de John Burnside publicada hace medio año por Pre-Textos; la segunda, en La Nueva España, de José Luis Argüelles sobre la Poesía completa de Paul Auster (Seix-Barral). Las dos, cada una en su estilo, son modélicas. Lo que confirma una vieja idea: en poesía, al menos, y con las debidas excepciones (Antonio Ortega, Jaime Siles...), la mejor crítica no se hace en los suplementos de tirada nacional. No entraré en las causas. Me basta con ratificarlo y pensar que los márgenes tienen algunas ventajas: el lugar está en proporción con la importancia del trabajo de uno, los malentendidos son menos.

Posdata: añado, en diferido, la estupenda reseña de la poesía de Auster que ha escrito el poeta Óscar Curieses para El Imparcial. Otra prueba más, por si hiciera falta, de que la crítica (literaria o no) respira con más fuerza en las afueras.