Haciendo tiempo bajo un árbol, mientras
charlaba con un pájaro
al que podía oír pero que nunca vi
y se hacía de noche y unas pocas casitas
se iluminaban a lo largo de la calle
sorprendiendo a un gato con algo entre
los dientes.
En la manzana de al lado había una
agencia de viajes
con un cartel de Venecia en el escaparate
que estudié con cuidado para determinar
si los barcos del Gran Canal
estaban algo más cerca de su destino.
Detrás de los raíles cubiertos de maleza
había una pequeña feria pobremente
alumbrada
con un tiovivo, una barraca de tiro al
blanco
y una joven pareja probando suerte
con un rifle y una hilera de patos,
mientras pasaba de largo y pensaba: tarde
o temprano
encontraré el camino a casa, solo o en
compañía
de un amigo real o imaginario
que golpea la acerca con su blanco bastón
o reparte comida china por el barrio.
Trad. J.D.