¿Qué sería de las
navidades sin unos versos de Yeats? Hacía tiempo que no publicaba un poema suyo en
esta bitácora. Este en concreto apareció por vez primera en Los cisnes salvajes de Coole (1919) y es
uno de los últimos rescoldos de su amor por Maud Gonne, escrito quizá
cuando estaba a punto de contraer matrimonio (en 1917) con Georgie Hyde-Lees.
En cualquier caso, es una criatura extraña, un poema amoroso con toques
anecdóticos y un fondo –muy al fondo– de leve humor.
Sirva en cualquier caso para
cerrar el año y dar la bienvenida al que viene. Que no nos sea leve, pues eso
significaría que la sangre no corre por nuestras venas. Pero que tampoco nos
abrume con un peso excesivo, no vaya a acostumbrarse. Feliz 2014 a todos.
Entre quienes merecen
alabanza es ella la primera.
He deambulado por la
casa, he ido de un piso a otro
como un hombre que edita
nuevo libro
o una joven que estrena
traje nuevo,
y aunque he manipulado la
charla con astucia
de forma que su elogio saliera
a colación,
una mujer terció con un
cuento reciente, tomado de algún libro,
de un hombre medio
envuelto en un sueño confuso
que apenas conservaba memoria
de su nombre.
Entre quienes merecen
alabanza es ella la primera.
No hablaré más de libros
ni de la larga guerra
sino que pasearé junto al
árido espino hasta que encuentre
a un mendigo
escondiéndose del viento, y allí hablaré con él
de modo que su nombre termine
apareciendo.
Si tiene harapos
suficientes sabrá su nombre
y lo dirá con gusto, pues
en los viejos tiempos,
aunque obtuvo el elogio
de los jóvenes y la censura de los viejos,
entre los pobres fue
alabada igualmente por jóvenes y ancianos.
Trad. J. D. / El
original, aquí.