En Alicante, el dueño de una panificadora apaga el sistema de seguridad de su planta para acelerar la producción, y cuando uno de sus trabajadores, un inmigrante sin los papeles en regla, pierde el brazo en un accidente, decide arrojar el miembro amputado a un contenedor de basura y abandonar furtivamente al trabajador a la puerta del hospital; las cámaras se han personado sin demora y hemos podido ver hasta la extenuación el rostro y el brazo amputado del trabajador; del rostro y el nombre del empresario (¿?), en cambio, no hay noticias. También en Alicante, una agencia de viajes se lucra organizando vuelos desde el norte de Europa y Estados Unidos para que lesbianas deseosas de tener hijos puedan recibir un tratamiento de fertilización aprovechándose de nuestra modernísima legislación; lo llaman «turismo reproductivo», y dos mujeres de pelo rubio oxigenado hablan con orgullo de su oferta en televisión. Si no en Alicante, muy cerca, un empresario afín al PP promete trabajo a un puñado de inmigrantes a cambio de asistir a un mitin electoral de su partido; luego se desdice y afirma no querer saber nada de sudacas, negros o moros, esos menos que nadie. Un poco más arriba, en Castellón, un presunto imputado por corrupción de mueca siniestra y sempiternas gafas de sol dice que el pueblo le absolverá en las elecciones, y los hechos le dan la razón (¿qué diablos pasa en la Comunidad Valenciana? ¿Es que todo les parece normal? ¿Es que quieren que todo lo sea?). Al otro lado de la costa levantina, el primer ministro (¿el dueño?) de Italia, cuyo rostro borroso comparece rodeado de azafatas televisivas en topless y el miembro en erección de un ex presidente checo, le da la razón sin saberlo al señor de las gafas oscuras. Y en Madrid, el presidente (¿el dueño?) de un equipo de fútbol paga (aclaremos que una parte es para el primer ministro de Italia) ciento sesenta millones de euros por dos jugadores a los que todo el mundo, no sé sabe bien por qué, llama cracks; esto se ve que le encanta a la gente, porque no se habla de otra cosa. Más abajo, en Andalucía, un ayuntamiento se declara en bancarrota y afirma no poder pagar a ninguno de sus trabajadores y proveedores hasta finales de año; si estuvieran en la costa, dice uno con la boca pequeña, la situación sería muy diferente, pero estando en el monte… Como epílogo bufonesco, el publicista que diseñó la campaña del PP, el partido que perdió las elecciones el año pasado, plagia en México un anuncio emitido por el PSOE, el partido que las ganó; este reconocimiento explícito de su fracaso no le impide seguir vendiendo sus servicios como publicista (es más, nadie podrá negarle que ha estudiado bien a la competencia).
Hegel decía que la lectura de los periódicos es «una especie de plegaria matinal realista del hombre moderno». ¿Realista? ¿A qué extraño dios oscuro estamos rezando para que debamos madrugarnos con estas perlas? ¿Era ésta la modernidad prometida? Una de dos: o el mundo se ha convertido en un lugar mucho menos serio desde los tiempos de Hegel, o los periódicos alemanes de la época eran un subgénero de la literatura pastoril.
Una Rusia distópica, corrupta y grotesca
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Vladímir Sorokin (Moscú, 1955), una de las voces más provocadoras de la
literatura rusa actual, encontró en Alfaguara un canal sólido hacia el
lector en ...
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