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lunes, julio 04, 2016

in memoriam geoffrey hill




clemátide silvestre en invierno

i.m. William Cookson

La vieja dicha del viajero aparece, desnuda, como una flor de espino
mientras el coche enfila la ciudad entre borrosos pormenores…
clemátide silvestre derramando la falsa simiente de las vainas,
la tierra eyaculada, el sol y su mortaja blanquecina,
helechos húmedos raídos sin piedad, prensados como raspas de pescado,
y la hierba del terraplén hachada y emplumada por la escarcha,
por todas partes desperdicios, vertidos bien visibles
en esta aparición palidecida.


trad. J.D. / el original, aquí



La semana pasada fue aciaga para la poesía. A la muerte el viernes 1 de julio de Yves Bonnefoy, no por anunciada menos triste (llevaba meses muy delicado), hubo que sumarle, justo un día antes, la de Geoffrey Hill, el último superviviente de la gran generación de poetas británicos que saltó a la palestra durante la década de 1950 y que incluye a Philip Larkin, Ted Hughes, Charles Tomlinson y Peter Redgrove. Hill es un viejo conocido de los lectores de esta bitácora: aquí he publicado de vez en cuando algún poema suyo; aquí anuncié, allá por 2006, la edición española de Himnos de Mercia que preparamos Julián Jiménez Heffernan y un servidor y que Sergio Gaspar tuvo la generosidad de acoger en DVD Ediciones.

Quiero escribir más por extenso sobre Bonnefoy y Hill, unidos más acá de la muerte por indudables afinidades, pero de momento me contento con evocar, a modo de ofrenda, este breve poema de su libro Without Title (Sin título, 2006): una miniatura que nunca ha dejado de conmoverme, pero que he tardado casi diez años en atreverme a traducir. Dedicado a la memoria de William Cookson, fundador y espíritu vital de la legendaria revista Agenda, con quien tuve la fortuna de colaborar allá por 1997-1999, «Clemátide silvestre en invierno» es un modelo de brevedad epigramática que exhibe el talento de Hill para recrear con pulso expresionista su fascinación por el feísmo urbano y el milagro persistente del mundo natural. El lenguaje no ha perdido un ápice de su vieja densidad alusiva, pero ahora la imaginación ha dejado el mundo mítico y algo medievalista de sus primeros libros para levantar un escenario digno de una portada de música punk.

martes, enero 22, 2013

un centón para sergio gaspar



Willys de Castro. Torsión, 1958.  Colección Patricia Phelps de Cisneros


El pasado viernes 18 de enero, el Círculo de Bellas Artes de Madrid acogió el homenaje que escritores, colegas y amigos rendimos al editor Sergio Gaspar tras el cierre de DVD Ediciones. Sabedor de que mis colegas de mesa (mis queridos Eduardo Moga, Juan Manuel Macías, Manuel Rico y Javier Lostalé) glosarían con elegancia y precisión la trayectoria personal y profesional de Sergio –como así fue–, opté por salirme un poco por la tangente y escribir este centón o ristra donde aparecen, sin orden ni jerarquía, no pocos de los títulos de la colección de poesía y alguno de la de narrativa, más los títulos de los tres libros de poesía que Sergio ha publicado hasta hoy. No pretende ser otra cosa que un juego, aunque, como me ha escrito algún amigo, es una manera «de que los títulos homenajeen a su editorial, de que el catálogo cante en honor del catalogador». El juego, por lo demás, es también un intento de combatir esa melancolía que inspira siempre la desaparición de una realidad cercana, y más cuando se trata de una editorial que nos ha permitido respirar mejor, más anchamente, durante casi veinte años. Dan ganas de decir, como un viejo monárquico: DVD ha muerto, viva DVD.



Un centón para Sergio Gaspar y DVD Ediciones

Esta estancia en las afueras a la que ahora debemos renunciar, que cerramos con llave a regañadientes para que quede intacta a nuestras espaldas, tiene y no tiene autoría. La fueron haciendo, con la tenacidad del hombre constante, las horas y los labios, la voz que murmulla a las tres de la madrugada y ese adulto extranjero que ensaya, frente al espejo convexo, una pronunciación desconocida que quizá sea su autorretrato más genuino, pues al fin y al cabo sabemos bien que yo es otro, se llame Aben Razín o Rengo Wrongo. Es el mismo adulto que, navegando a solas por la habitación, ha llegado a convertirse alguna vez, sin poder evitarlo, en el invitado incómodo de sí mismo.

En esta estancia todo guarda una rara coherencia, como si la viéramos con una lente de gran angular: paredes color cobalto, un lucernario, un muro con inscripciones que reproduce, en miniatura, algunas pintadas del muro de Berlín, un tablero de corcho con el mapa de América, fotos de los dos en la playa, ella con su primer bikini, un retrato de familia en el invernadero de nieve con el gato que sólo quería a HarryFormas débiles que vacilan en la penumbra, que la piel del vigilante rozó apenas al salir con prisa y que parecen, de lejos, un escenario con las pruebas del delito.

Detrás de una puerta hay otra estancia, que es la misma mitad de la anterior. En su sombrío armario hay un espejo negro y allí, a la luz de un fósforo astillado, tan fino y tenue que parece el hilo de nadie, podemos ver las máscaras que ha colgado de una percha el hombre que salió de la tarta, las hormigas sin sombra que corren por la esquinera, papeles casi subterráneos con el borrador de tres poemas, el dinero que cogerá de la mesa, de un manotazo, el que desordena, antes de contemplar, desplegado frente a él, el fin de semana perdido en un ejercicio triunfante de porno ficción. El mismo que, tras pasar la noche en blanco, sin licencia ni límite, revela en la pantalla su carne de píxel.

Ahora todo se ha fundido en negro y la lengua se ha vuelto ciega, pero no hay cuidado. Esa estancia vivirá impresa en la memoria de los lectores, del huésped panorámico que somos todos al leer. Los que, por más señas, de tanto vadear ríos y no hacer pie aprendimos a medir el peso de los puentes y la tara que soportan. Los que sabemos cómo perder y terminar el día con el barro en la mirada. Los que combatimos la falta de lectura con poemas a la hora de comer y escribimos en nuestra vigilia breves historias de la sombra. Los que observamos, con ojos de entomólogo, la lenta construcción de la palabra, y a ratos perdidos vamos dando forma a nuestro vitral de voz.

No haya, pues, golpes en el pecho (feroces o no) ni heridos graves. No echemos leña al fuego. El mundo no se acaba, ciertamente, aunque se nos haga un poco más pequeño, más hostil. No es la última noche de la tierra ni la destrucción de la mañana. Sólo una nueva revisión de la naturaleza, ley de vida. No hay que hacer ninguna autopsia. Poetry is not Dead. La poesía, que son los nombres del tiempo, que es el diario de la luz, que es amor tirano.

Hace triste, eso sí. Nos esperan, desde ahora –huyendo de las invasiones, esas que recoge el libro de las catástrofes donde nuestros hijos aprenderán a leer–, el cielo sin mácula, la errancia a campo abierto bajo un sol de sal, el tránsito hacia un país lejano y sus fronteras de niebla, sus montañas de niebla, el bosque lácteo de la noche donde brilla el hierro de la luna, la estrella que señala el norte magnético sobre las tiendas de fieltro.

El camino es largo, da vueltas y revueltas mientras en el cielo de Mercia se levanta, sorda y remota, la tormenta. Alguien dice: ¿Estás seguro de que no nos siguen? Otro duerme, intranquilo, el sueño del monóxido. Un tercero dibuja pequeños círculos en la tierra. El cuarto pregunta: ¿Dónde? Un quinto susurra para sus adentros: Dime qué.

Heredemos la sabiduría de las brujas. Cultivemos la astucia del vacío. Persistamos en la adoración, de todo y de todos, de nada o de nadie. Escuchemos la corriente subterránea del mundo. Escribamos, en fin, apuntes para un futuro manifiesto.

Después de todo, lo que queda es esto, todo esto.


leído en el Círculo de Bellas Artes el 18 de enero de 2013

miércoles, octubre 05, 2011

hacia la tierra inalcanzable

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2011 es, entre otras muchas cosas, el Año Milosz, pues el gran poeta polaco (aunque de origen lituano) nació hace justamente cien años, en concreto el 30 de junio de 1911. Coincide este aniversario con la publicación en España, por fin, de una amplia antología de su obra (Tierra inalcanzable) a cargo de Xavier Farré. A mi juicio, uno de los libros fundamentales de lo que llevamos de año y un auténtico privilegio para los lectores. De Milosz sólo teníamos una pequeña antología publicada en 1984 por Tusquets Editores que –a decir verdad– no terminaba de hacerle justicia. La selección de Farré es más representativa y –lo que es más importante– está mucho mejor traducida.

Presentamos el libro en Madrid a finales del pasado mes de abril en la sede del Círculo de Lectores en Madrid. Leí entonces un texto que, debidamente corregido y ampliado, vio la luz en el número de verano de
Revista de Occidente. Resucita ahora en versión digital gracias a la hospitalidad de Juan Manuel Macías, quien ha decidido incluirlo en la sección de firmas invitadas de la página de DVD Ediciones. Una sección, por cierto, sin desperdicio. Ahí aparece, entre otras joyas, la hilarante reseña que mi buen Eduardo Moga dedica a esos poetas (sic) incapaces de convivir con la incertidumbre. En fin, ojalá el texto os guste y, sobre todo, os lleve a leer la obra de Czeslaw Milosz, uno de los grandes poetas y pensadores del siglo pasado.
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sábado, mayo 28, 2011

reconocimiento

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Cualquiera que haya vivido de primera mano el curso de la poesía española a lo largo de los últimos veinte años convendrá conmigo, creo, que el ambiente es ahora mucho más rico, más plural, más respirable. Los viejos dogmatismos, las viejas oposiciones binarias que tanto empobrecieron el debate y nos convirtieron en bandos de beatas que poníamos velas a los santones de turno, se han ido diluyendo hasta perder peso y figura, convirtiéndose en fantasmas un poco cansinos e incluso ridículos. Más que nunca, nuestra poesía es un ámbito de libertad y convivencia, de respeto hacia lo otro y lo distinto. Sigue habiendo un buen trecho por recorrer, como nos recuerdan ciertas operaciones editoriales, tan triviales como regresivas, que quisieran llevarnos de vuelta al pasado, pero entre todos, poetas, traductores, lectores y editores, se ha ido tejiendo una red de lecturas y escuchas que nos enriquece a todos y de la que sólo un temperamento muy mezquino o muy cobarde podría desconfiar. Empleo la palabra red a propósito: me da la impresión de que Internet ha sido una herramienta fundamental para ir abriendo espacios de debate, de intercambio de información, de libertad crítica… Ya no son las editoriales los únicos agentes de difusión, los únicos intermediarios entre poetas y lectores: los márgenes han crecido y tienen ahora una importancia y un peso capaz de poner en cuestión la forma de trabajar del centro. Bien es verdad que ahora padecemos la tenia de los anónimos, el encubrimiento rastrero del que arroja la piedra y esconde la mano, pero quizá es el precio a pagar por la existencia de la red, y más en un país como el nuestro, donde la gente sabe –por experiencia– que los ejercicios de franqueza y honestidad suelen provocar represalias, y donde todos somos muy valientes hasta que corremos el riesgo de ser castigados públicamente.

Cuando pienso en los protagonistas de este cambio, en las personas que han liderado, por así decirlo, este viaje de nuestra poesía hacia la pluralidad, uno de los que se destaca más claramente es Sergio Gaspar, el creador y responsable de DVD Ediciones. A punto de cumplir los quince años de existencia, la editorial de Sergio ha sido un lugar de referencia y también un refugio, un albergue propicio. Sé bien que la figura de Sergio despierta ciertas reticencias –como las despierta cualquier editor, por la sencilla razón de que su trabajo pasa por evaluar y discriminar el trabajo ajeno– y que algunas de sus elecciones han sido, como poco, discutibles. Pero ¿qué editor no se ha equivocado alguna vez o se ha dejado arrastrar por intuiciones poco atinadas? Ningún catálogo editorial es intachable y el de DVD Ediciones no es una excepción, pero pocos son tan sostenidamente ambiciosos y ricos y anchos de miras como el que Sergio ha ido construyendo con la ayuda excepcional de Eduardo Moga (y hasta en la elección de Eduardo como codirector de la colección de poesía se percibe la inteligencia de Sergio, su saber muy bien quién le complementa y le completa). ¿Qué otra editorial española ha logrado hacer convivir sin fisuras a Julieta Valero y Martín López-Vega, a Miguel Casado y José Ángel Cilleruelo, a Antonio Méndez Rubio y José Luis Piquero, a Tomás Sánchez Santiago y Elena Medel, a Manuel Vilas y Juan Andrés García Román, a Jorge Riechmann y uno mismo? Por no hablar de las antologías (Campo abierto, Feroces…) y las traducciones de poesía extranjera, que han tenido una influencia decisiva en muchos lectores: pienso en los dos libros de Ashbery editados por Julián Jiménez Heffernan, en el Simic de Martín López-Vega, en Geoffrey Hill, en el Rimbaud de Miguel Casado y Eduardo Moga… Quizá más que ningún otro editor, el afán de Sergio Gaspar ha sido precisamente el de abrir campo, dinamitar viejas banderías y cuestionar las certezas que muchos habíamos heredado sin sospecha. Ha tenido éxito en su empeño, en gran medida, aunque pocos se lo quieran reconocer (y menos públicamente). Quince años después de poner en marcha este DaViD editorial, creo que su influencia en el devenir de la poesía española es innegable. También que, con los inevitables lunares, ha sido rotundamente benéfica.

Diría que uno de los símbolos de este espíritu es su página web, llevada con mano maestra por el poeta y helenista Juan Manuel Macías. No conozco ninguna otra que se haya convertido, a todos los efectos, en una revista virtual abierta a todos los autores, no sólo a quienes publican en la editorial. Aquí se adelantan contenidos o se difunden novedades de otros sellos, se publican textos de poética o se responde a cuestiones de actualidad con breves textos polémicos, como el que escribió el propio Sergio hace un par de años a cuenta del Premio Nacional de Poesía. Ahora, Sergio y Juan Manuel han invitado a un puñado de amigos y conocidos de la casa a que hablemos de nuestras novedades con motivo de la Feria del Libro de Madrid, aun a sabiendas de que pocos libros pasan más desapercibidos en las casetas que los nuestros. No sé por qué motivo, me ha tocado ser el primero en hablar. Es un cuestionario breve, pero hemos intentado que tuviera algo de jugo, de gracia. Estad atentos, pues habrá nuevos invitados a lo largo de estas dos semanas.
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domingo, mayo 23, 2010

monstruos en el laberinto


Más traducciones, y más sobre traducción. El poeta y traductor Juan Manuel Macías, que entre sus muchos haberes y saberes cuenta la creación y el mantenimiento de la espléndida página web de DVD Ediciones, ha armado un curioso laberinto en el que nos escondemos, lo mismo que monstruos de cuento medieval, un pequeño grupo de traductores de poesía con nuestros autores y textos traducidos: Rilke, Eliot, Browning, Hardy, Charles Wright, Ted Hughes, Bukowski… Ahí andamos, ocultos bajo los muros de un laberinto que a primera vista no tiene marcas ni señales de ningún tipo. Hay que pasar el cursor un poco al azar, jugar con él, hasta que se convierta en una pequeña mano, indicando la existencia de un enlace. Un juego que es también una invitación a la lectura, tanto de nuestras reflexiones sobre el oficio como (más importante) de los poemas que hemos traducido. Al final, lo que se demuestra es que la poesía, como cualquier otra forma de energía, no se crea ni se destruye, simplemente se transforma.

Aprovecho esta entrada para expresar mi agradecimiento a todos los que sois seguidores de esta bitácora por vuestra compañía y vuestra complicidad. Me resulta francamente increíble que haya más de cien personas interesadas en los contenidos que voy colgando en esta página. Pero es también muy estimulante, para qué negarlo. Lo único que siento es que estas últimas semanas me ha sido imposible centrarme en la bitácora como era mi deseo. Demasiado trabajo, demasiadas obligaciones que me han sacado un poco de mis casillas. La tormenta ya ha amainado. Ahora toca hacer recuento y retomar antiguas costumbres. Después de casi cuatro años de existencia y más de cuatrocientas entradas, esta bitácora ha cobrado vida propia; si no le presto la atención debida, salta de la pantalla para quejarse. Como el monstruo en su laberinto, también es una fiera a la que hay que alimentar. Para mi suerte, todo cuanto le doy me lo devuelve con creces.
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lunes, abril 19, 2010

julieta valero / autoría

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El pasado jueves 15 de abril presentamos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid Autoría (Barcelona, DVD Ediciones, 2010), el espléndido nuevo libro de Julieta Valero (Madrid, 1971). Julieta tuvo la generosidad de invitarme a decir unas palabras sobre su trabajo, y esto es lo que logré escribir, maquetado con su proverbial elegancia por el webmaster de DVD Ediciones, el poeta y traductor Juan Manuel Macías. Lo he titulado «La salud de los pronombres», pero también podría llamarse «La salud de las palabras»; pocos libros de nuestra poesía reciente tienen su frescura, su sana insolencia y su verdad.

jueves, noviembre 06, 2008

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Mis queridos Sergio Gaspar y Juan Manuel Macías han tenido la gentileza, y la generosidad, de acoger mi trabajo en la sección de «Firmas invitadas» de la página web de DVD Ediciones. No puedo estar más contento con su invitación, la verdad. Podéis leer el resultado aquí.