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lunes, junio 27, 2016

charles simic / atardecer de verano





Haciendo tiempo bajo un árbol, mientras charlaba con un pájaro
al que podía oír pero que nunca vi
y se hacía de noche y unas pocas casitas
se iluminaban a lo largo de la calle
sorprendiendo a un gato con algo entre los dientes.

En la manzana de al lado había una agencia de viajes
con un cartel de Venecia en el escaparate
que estudié con cuidado para determinar
si los barcos del Gran Canal
estaban algo más cerca de su destino.

Detrás de los raíles cubiertos de maleza
había una pequeña feria pobremente alumbrada
con un tiovivo, una barraca de tiro al blanco
y una joven pareja probando suerte
con un rifle y una hilera de patos,

mientras pasaba de largo y pensaba: tarde o temprano
encontraré el camino a casa, solo o en compañía
de un amigo real o imaginario
que golpea la acerca con su blanco bastón
o reparte comida china por el barrio.


Trad. J.D.
 

sábado, mayo 07, 2016

charles simic / así pues





Se acabó el largo día en el que tanto
y tan poco ha ocurrido.
Grandes expectativas se frustraron
para resucitar sin entusiasmo.

Los espejos cobraron vida y luego se vaciaron,
obedeciendo los caprichos del azar.
Las manecillas del reloj de la iglesia se movieron,
a veces suavemente, otras con brusquedad.

Cayó la noche. El cerebro y sus misterios
se adensaron. Un letrero de neón rojo
venta de fuegos artificiales se encendió en el tejado
de un viejo y tétrico edificio al otro lado de la calle.

Una planta de tiesto ya muy marchita
a la que nadie riega o presta atención
proyectaba su sombra en la pared del cuarto
con lo que a mí me pareció alegría salvaje.


Trad. J.D.


Este es el poema que cierra The Lunatic, el libro que Simic publicó el año pasado y cuya traducción española, si nada se tuerce, verá la luz en el otoño de este 2016. Y me ha parecido que los versos que lo comprenden (los dos iniciales y la «alegría salvaje» del final) son un resumen perfecto del mundo de su autor: todo eso que ocurre en sus poemas y que parece quedar en nada, o que relata como si nada con humor socarrón. Simic no abandona su cara de póquer habitual –a veces lo imagino como el Eugenio de la poesía norteamericana–, pero sí ha empezado a explorar otros tonos, incluso a coquetear tímidamente con la denuncia sociopolítica, como en los artículos que escribe para The New York Review of Books. El viejo mago no ha enseñado aún todas sus cartas…