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Hace 1 hora
BITÁCORA DE JORDI DOCE. Mis últimos poemarios son En la rueda de las apariciones. Poemas 1990-2019 (Ars Poetica, 2019) y No estábamos allí (Pre-Textos, 2016). Además de traducir la poesía de William Blake, Anne Carson, T.S. Eliot y Charles Simic, entre otros, he publicado los cuadernos Hormigas blancas y Perros en la playa, y los libros de artículos y de crítica Imán y desafío, Curvas de nivel y Las formas disconformes. He reunido mis versiones de poesía en Libro de los otros (Trea, 2018).
12 comentarios:
Un poema muy hermoso. Gracias por publicarlo.
"alguien se tropezaba en una piedra
y esa piedra le abría los ojos;
fue la ocasión que todos esperábamos
para tomar las mismas decisiones"
Casi todo lo importante llega así, la conciencia apenas lo atrapa, igual que a un poema.
Me gusta mucho, especialmente esos cuatro versos.
Me gusta.
Es un buen día, un lugar maravilloso y un fantástico presentador... Haré todo lo posible, aunque ya me veo excusando mi asistencia.
Precioso. Precioso y sonámbulo como un buen romance lorquiano. De seguro que el sábado levanta vítores. Gracias por el regalo para los que no podemos ir :-)
Abrazo.
Este poema me gusta mucho.
Un besote, feliz reentrada.
Una belleza.
Gracias como siempre.
Como han dicho más arriba, un regalo para quienes no podemos ir.
Cuándo te tendremos por Argentina, Jordi? Quizás en la próxima edición de la Feria del Libro?
Sabé desde ya, que en Córdoba tenés tu casa.
Gabriela.
A mí, en cambio, me parece un poema flojito, aburrido, sin mucha chispa fónica, sin verdadera potencia en las imágenes. Un poema que arrastra sus sílabas por un paisaje de desolación que no logra un mínimo de trascendencia o de aliento porque el lenguaje que lo dice es un lenguaje fallido.
Y, por cierto, nada tiene que ver con los romances de Lorca.
Juan Miguel Guzmán
Extraordinario, Jordi. Cuanto más te leo, más bendigo el enredo que nos puso en contacto (y valoro mi suerte).
Lo leo cuando debes estar leyédolo tú. Ánimo y enhorabuena. Que lo disfruten todos.
Magnífico, Jordi, el poema te toma de la mano y te deja en el mismo lugar, quizás aún desconocido, pero tras la travesía ya eres otro. El inicio y su final circular me traen a la memoria el comienzo memorable de «Cielo sobre Berlín», la película de Wenders (y no sólo por el paralelismo evocador de las primeras palabras: «Cuando el niño era niño...»). Seguro que las piedras de Valdediós habrán guardado el eco de forma adecuada.
Gracias a todos, también a los que os ha gustado menos. Lo leí, en efecto (creo recordar que muy al comienzo), y yo al menos me sentí muy cómodo con él. Un abrazo, j12
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