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Mientras salimos de casa, mi hija me cuenta su último sueño, del que se acuerda con detalle porque la he despertado en pleno metraje. Había una casa nueva, dice, pero en aquel espacio recién estrenado su habitación seguía siendo la misma, aunque «sin los posters». Era igual, sí, pero también más neutra, más oscura. De pronto se encontró en un ascensor con dos chiquillas. Mientras subían se dio cuenta de que se llamaban como ella; en realidad –me aclara– «eran yo, pero cuando era pequeña, cuando tenía siete y tres años, como en las fotos».
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Bad Readers
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Gemi...
Hace 1 hora
5 comentarios:
El suño de tu hija, Jordi, un microrrelato inquietante que ya quisiéramos querido algunos que se nos hubiera ocurrido a nosotros.
Abrazo.
Me recuerda a una foto de un niño que mira una silueta lejana desde la orilla de la playa. La imagen del niño que mira es nítida. La del niño mirado es borrosa. ¿Son el mismo? ¿Quién mira y quién es mirado? Cada persona que ve la foto interpreta la historia a su manera. ¿Pero, en realidad, quién es quién?
Gracias, Elías. Creo haber visto esa foto, Índigo: sospecho que es un sueño de crecimiento. Subir (o bajar) en esa cabina con tu pasado a cuestas, en compañía de quienes fuiste o creíste ser... Un relato inquietante, en efecto. Gracias, y abrazo grande, J12
¡Qué estupendo microrrelato, Jordi!
El misterio de la casa nueva y la habitación antigua, y luego la niña, cuyo encuentro y misterio no se resuelve sino hasta saber que es ella misma, pero en diferentes períodos de su vida.
¡Qué fuerza y soltura!
Me huele a Kafka y a Cortázar,... en buen sentido del comentario, Jordi.
¡Enhorabuena, Jordi!
Un cálido saludo desde El Salvador.
¡Qué estupendo microrrelato, Jordi!
El misterio de la casa nueva y la habitación antigua. Luego, la niña, que en el ascensor se encuentra con ella misma, en el presente, pero en diferentes etapas de su vida.
No sé, quisiera imaginarme cómo me vería yo ahora mismo, y con edades diferentes.
Excelente, Jordi.
Saludos desde El Salvador.
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