© Miguel Ángel Barba
Cultiva pocos entusiasmos. No quiere
flancos débiles.
Creció tanto, era tan grande, que dejamos de verlo.
Dios salió por la puerta,
y en ese instante todos empezaron a hablar y a gritar a la vez.
El que recuerda se da cuerda. La divisa del elegíaco.
En aquel país, el
adiestramiento de un artista incluye largos paseos nocturnos. Quien no educa la mirada, al menos aprende resignación.
Conformarse: deformarse.
Buscó la libertad en las palabras. Fue libre
en sus silencios, sin saberlo.
2 comentarios:
El silencio de las hormiguitas.
Se vuela mejor sabiendo que la tierra sigue siendo origen y destino.
Publicar un comentario