Años después de su primera publicación en Letras Libres, cuelgo aquí mi versión de un poema del escritor norteamericano Thomas McGrath (1916-1990). McGrath es uno de los grandes desconocidos de la poesía norteamericana, por la sencilla razón de que sus ideas izquierdistas y su pasado de activismo sindical en los años treinta y cuarenta le cerraron demasiadas puertas. Pero es un enorme poeta, como creo que demuestran estos versos. A la espera de trabajar con más tiempo en su obra, le dedico este breve espacio, no sin agradecer a mi buen amigo el poeta Reginald Gibbons (gran traductor de Cernuda, por cierto) que me lo descubriera gracias a un viejo número monográfico de la revista TriQuarterly.
Quien tenga más curiosidad, puede encontrar aquí una estupenda página dedicada a McGrath en "Modern American Poetry".
Thomas McGrath
El fin del mundo
El fin del mundo: me fue otorgado verlo.
Vino en la oscuridad, un saliente en el cielo sin estrellas,
Un temblor en el centro de la noche, un espasmo de la carne
enmarañada de la tierra
Y un aullido bestial, ingobernable, en las entrañas de la calle.
Vino y lo reconocí: el fin del mundo.
Y esperé la avalancha opaca, la cólera que escinde rocas.
Y esperé: hojas que se besaban, murmullos de la noche ancestral y
Luego, un tintinear de música, risas en el edificio vecino.Vino y lo reconocí: el fin del mundo.
Y esperé la avalancha opaca, la cólera que escinde rocas.
Y esperé: hojas que se besaban, murmullos de la noche ancestral y
homicida.
Pero seguí esperando: por el terrible fuego proverbial,
Oyendo el trueno mudo, el largo colapso del cielo:
Se abate eternamente. Mas nadie se dio cuenta. El fin del mundo
provocó
En la negrura un solo suspiro melancólicoDe mi vecino, que bebía cerveza en la oscuridad, sentado en el porche.
No: yo no era el profeta de Dios. El Apocalipsis era nunca
Y era siempre: esta noche en una pobre calle donde una risa alegre,
irreverente,
Pospone el fin del mundo: donde vivimos siempre.Versión de J. D.
1 comentario:
Intenso. Y cortante.
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