José Carlos Díaz ha dedicado una generosa
entrada a
La vibración del hielo en sus espléndidos y más que recomendables
Diarios de Rayuela (incluidos desde hace meses en la columna de enlaces). José Carlos es otro más de esa exigua hermandad de buenos lectores con los que uno tanto comparte y tanto ha vivido, aunque sea por la vía interpuesta de los libros. En mi caso, además, con una coda nostálgica: aún recuerdo la emoción que me inspiró
Velar la arena, aquel libro a cuatro manos donde leí y releí sus primeros poemas... la emoción adolescente de saber que la poesía estaba a la vuelta de la esquina, que el poeta podía ser un vecino o un amigo o alguien con quien uno se cruza por la calle sin ceremonias, no un nombre lejano y enigmático en la portada de un libro. Obrigado, amigo.
1 comentario:
Qué buena noticia volver a asomarme por la casina virtual y ver tanto movimiento reciente.
Un abrazo grande desde el norte.
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