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El que guarda silencio para impedir que los demás conversen con fluidez, intimidados por su rigidez de estatua, y el que habla sin parar para impedir que los demás metan baza, aturdidos por su locuacidad, son la cara y la cruz de una misma moneda. La cuestión es imponerse, y esta es una de esas manías que no hace sino agravarse con la edad. El anciano taciturno y el anciano charlatán son primos hermanos, pues, y las estratagemas con que buscan preservar su dominio no se detienen ante nada. Lo mismo da fingir una sordera que hacer de santo laico; el caso es conmover a cualquier precio, llamar la atención, como si sólo así, provistos de un cordón de seguridad de oyentes y escuderos, pudieran espantar a la Parca. Lo malo es que también los vivos, a poco que guarden cierto sentido de la medida, terminan espantados.
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Bad Readers
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Richard Powers’s new novel, Playground, features an artificial intelligence
resembling the new generation of “large language models,” like ChatGPT and
Gemi...
Hace 1 hora
6 comentarios:
Me ha encantado, genial, divertido. Una lectura muy ajustada, desde luego que espantan a los vivos.
Como a más de uno de ambos pelajes y tienes razón. A los que no paran de hablar se les ve venir. Peor son lo que nunca hablan.
Acaso cabría identificar un tercer especímen: el del «taciturno charlatán» (no por fuerza anciano, o no todavía), para lo cual tal vez fuera preciso que la moneda rodara de canto... ;-)
Una aguda reflexión, Jordi, la corroboro (y me la corrobora la experiencia). En todo caso, lo más importante sigue siendo mantener a la Parca (con todos sus estacionamientos y periferias) a raya.
(Reitero el mensaje que ya sabes y el deseo de todo OK).
Estoy de acuerdo contigo, es espantoso; tienes toda la razón.
Quizás añadiría, como muestra, aquel que habla usando el micrófono, a todo volumen.
Los vivos, si lo son, hallarán la vida allá donde esté.
Saludos
Una sabia reflexión sobre la condición humana del protagonismo. Del decir: "Eh, que estoy aquí". Otros que no hablamos ni callamos, escribimos.
Curioso, y significativo, que esta notita haya provocado tantos comentarios conformes. Parece que todos hemos padecido las consecuencias del inflado ego occidental--gracias por vuestra lectura, y saludos, J12
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