Me suele dar pereza destinar esta
bitácora a comentar mis andanzas y publicaciones (siempre creo que voy a
aburrir a los lectores, quizá porque el primer aburrido soy yo), y por ello no
he hablado hasta ahora de Las formas disconformes,
el compendio de textos críticos que libros de la resistencia, de la mano de su
responsable Juan Soros, tuvo la generosidad de publicar el otoño pasado. Lo hago en esta ocasión porque el
miércoles que viene, 29 de enero, el libro se presenta públicamente en el
Centro de Arte Moderno de Madrid (Galileo, 52) y parece que ya va siendo momento de romper mi silencio. Me acompañará el poeta y crítico José Luis Gómez Toré, uno
de los escritores jóvenes a los que más admiro (acaba de coordinar, por
ejemplo, un espléndido dossier sobre José Ángel Valente para el último número
de Cuadernos Hispanoamericanos, no os
lo perdáis), y supongo que parte de la presentación la dedicaremos a sostener
un breve coloquio sobre poesía y crítica, su necesidad o pertinencia, los vasos comunicantes
que las unen… en fin, cuestiones que espero no se vuelvan demasiado áridas en
nuestras manos (o en nuestras voces).
Publicar un libro de crítica
literaria es algo más que predicar en el desierto. Son libros de venta casi
inexistente, que interesan solo a un puñado de lectores cómplices o iniciados.
Sospecho que siempre ha sido más o menos así, pero ahora los tiempos son
incluso más ásperos. Y, sin embargo, escribiendo la mayor parte de estos
artículos y reseñas (sobre Octavio Paz, Luis Feria, José Ángel Valente, Orlando
González Esteva, Olvido García Valdés o Juan Carlos Mestre, entre muchos otros)
me parecía que seguía en el reino de la creación, que las fuerzas que debía
poner en juego no eran distintas, en esencia, de las que suele exigir la
poesía. Al final se trata de hacer hablar a las palabras, de hablar a través de
ellas, de dejarse hablar por ellas. Hay ideas y párrafos en este libro que
tienen tanta vida, al menos a mis ojos, como cualquier poema. Y que escribí con
enorme placer, un placer al que se añadía –además– la posibilidad de hacer
justicia a obras muy admiradas, muy queridas. Dicho esto, asumo que este libro
vive en los márgenes del zoco literario, en una calleja oscura por donde apenas
pasan posibles clientes. Por eso el valor de libros de la resistencia es
doble; una resistencia activa, un
seguir haciendo como si nada, como si fuera la cosa más natural del mundo. Por
cierto, que la editorial ha colgado en su página web el texto de introducción que
escribí para el libro, así como la ficha técnica. Ahí se explica con claridad cuál
fue mi intención al escribir y reunir en un solo volumen estas piezas. Todas
ellas, aclaro, dedicadas a poetas y escritores hispanohablantes.
El miércoles 29 de enero un
puñado de escritores y lectores se reunirá en una librería de Madrid para
hablar de crítica y creación, de la necesidad de admirar y celebrar al otro, de
leerlo y comentarlo, de estudiarlo y aprender de él. Casi parece un milagro en
los tiempos que corren.
1 comentario:
Que no te de pereza, comprendo sí la humildad, o el pudor de hablar de uno mismo, estoy tan cansada de verlo tan corriente en tantos...
Yo si estuviera en Madrid, no lo dudaría, iría por escucharte y traerme a casa tu libro. Lo que dices en el prólogo sobre el poema, ese "desacomodo", ando dándole vueltas porque es lo que me gusta, ese algo que salta, incluso, dentro de sí mismo.
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