Pues la poesía sólo puede ser un
acercamiento parcial, que reemplaza el objeto por una sencilla imagen y
nuestras emociones por una expresión verbal, lo que resulta en una pérdida de
la experiencia íntima. Por otro lado, no hay nada antes del lenguaje, pues no
hay consciencia (y, por tanto, no hay mundo) sin un sistema de signos. De
hecho, es el ser parlante el que ha creado este universo, incluso si el
lenguaje le excluye de él. Esto significa que por medio de las palabras se nos
priva de una intimidad real con lo que somos, o con lo que es el Otro.
Necesitamos la poesía, no para recuperar esa intimidad, lo que es imposible,
sino para recordar que la echamos de menos y para demostrarnos a nosotros
mismos el valor de aquellos momentos en los que somos capaces de encontrarnos
con otras personas, o con los árboles, o con cualquier otra cosa, más allá de
las palabras, en silencio.
Yves
Bonnefoy, Entrevista en The Paris Review
1 comentario:
Miro. Leo. Veo... y me veo.
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