Frases muy particulares que no sólo valen menos fuera de su contexto original, sino que pierden todo su valor en otras bocas: están asociadas a sus dueños como el pétalo a la flor. Decirlas es un pecado de nuevo rico, la demostración más palpable de que no se ha entendido nada.
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Palabras que abandonan su lugar en la frase y vagan, como gatos raídos o viejos elefantes, buscando un lugar tranquilo donde caerse muertas.
Entrevista capotiana a Marco Porras
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En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la
autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en *Los perros
ladran*, A...
Hace 1 minuto
1 comentario:
¡Caray! Te gusta romper la tranquilidad, ¿no?
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