Sacábamos los juguetes del armario y nos tirábamos sobre la alfombra: piezas de madera y plástico para armar, muñecos a los que les faltaba un brazo o una pierna, coches vagamente despintados que hacían toda clase de piruetas en nuestras manos antes de chocar con estruendo. Podíamos estar horas absortos, sin necesidad de nadie. El pasillo a nuestra espalda, haciéndonos compañía con su amenaza latente. El reflejo del patio de vecinos en los cristales de la ventana. Los ojos habituándose a la oscuridad gradual hasta que algún adulto encendía la luz sin permiso. Un poco el ensayo general de la vida.
Bad Readers
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Richard Powers’s new novel, Playground, features an artificial intelligence
resembling the new generation of “large language models,” like ChatGPT and
Gemi...
Hace 2 horas
4 comentarios:
Y jugábamos hasta que ese adulto que nos encendió la luz, sin permiso nuevamente, llegaba y nos decía que era hora de dormir, que al día siguiente había clases...
Un abrazo.
Pero queríamos seguir jugando,
¿Por qué ya no están los juguetes?
¿Por qué ahora...estamos sólos?
Somos niños aún...
(No lo dudeis
ni lo más mínimo).
Un saludo Jordi.
Seguimos jugando, sin duda. Si no, ¿qué haríamos escribiendo estas líneas? Gracias por vuestra visita y vuestra compañía. Un placer. Abrazo, J12
Así decían en la peli " El reino de los Cielos"..."¿Qué es lo que separa a un hombre y a una mujer en Oriente???
Sólo la luz.
"Noruego de los Bosques", te lo propongo como título de este cuaderno de Bitácora.
Escucharé el programa de radio.
K:))
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