Cuando te estrecho entre mis brazos
arrimo al corazón una belleza
que se extinguió del mundo hace ya mucho;
coronas enjoyadas que al huir sus ejércitos
los reyes arrojaban a lagunas sombrías;
cuentos de amor que damas soñadoras
hilvanaban con seda
en telas que ha mordido la polilla asesina;
rosas que desde siempre
las doncellas prendían a su pelo,
lirios frescos como el rocío
que las damas lucían por pasillos sagrados
donde el incienso alzaba tales nubes
que sólo Dios podía abrir los ojos:
pues aquel pecho pálido y aquella mano persistente
provienen de una tierra más sumida en el sueño,
de un tiempo más sumido en el sueño que el nuestro;
y cuando entre dos besos tú suspiras
escucho suspirar a la blanca Belleza
por la hora en que todo ha de morir como el rocío,
mas llama sobre llama, abismo sobre abismo
y trono
sobre trono, sumidos en letargo,
el peso
de la espada en sus férreas rodillas,
cavilan
sus altivos misterios solitarios.
trad.
J.D. / el original, aquí
El que
algunos lectores afines se hayan acercado a esta bitácora se debe, en gran
medida, a las versiones poéticas que he ido compartiendo a lo largo de los
años. Así que tocaba ya retomar esa veta de mi trabajo literario, y lo hago con
uno de los poemas más impúdicamente románticos y «medievalistas» de W. B. Yeats,
de su libro El viento entre los juncos,
publicado en 1899, en ese primer momento de plenitud artística y creativa que
lo puso al frente del llamado renacimiento
celta. También Yeats, como nuestro Juan Ramón Jiménez, renegó en parte de
la opulencia retórica y el tono sentimental de su poesía de juventud, pero este
«He remembers Forgotten Beauty» [«Recuerda la belleza olvidada»] sigue siendo
un poema hermoso, capaz de encerrar (y preservar) en unos pocos versos la
fuerza melancólica de su amor por Maud Gonne. Nadie escribe ya poemas
semejantes, la verdad; y quizá por eso disfrutamos aún más de su lectura.
2 comentarios:
Hermosísima belleza.
Abrazo muy grande, Jordi.
Bellísimo poema.
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