miércoles, mayo 18, 2022

los hilos ocultos del deseo

  


 


 

Olga Muñoz Carrasco, Tapiz rojo con pájaros, Madrid, Bala Perdida, 2021, 84 págs.

 

 

Puesto en contigüidad con Cráter, danza (2016), su predecesor, este Tapiz rojo con pájaros de la poeta y crítico Olga Muñoz Carrasco (Madrid, 1973) cobra un relieve especial. Si aquel libro se forzaba a bailar con la sombra palpable de la enfermedad, este produce un efecto simultáneo de estatismo y claridad, como si todo estuviera fijado o contenido de antemano en los motivos que integran La dama y el unicornio, el célebre conjunto de seis tapices que se aloja en el Museo de Cluny de París y que es el punto de partida ostensible de esta propuesta, su escenario inmediato.

 

Son muchos, empezando por Rilke, de quien se toma el epígrafe inicial, los que han encontrado en esta obra inspiración y alimento. Muñoz Carrasco soslaya la tentación ecfrástica y toma las seis imágenes como fuente de un impulso reflexivo que es también un examen fuertemente sensorial del mundo y del propio cuerpo. Si cinco de las seis secciones del libro, como los tapices mismos, remiten a los sentidos corporales, la sexta las condensa con una referencia explícita al deseo que replica la oscura (por intraducible) divisa del panel central: «À mon seul désir».

 

Toda la sección IV, «El monstruo en el espejo», está dedicada al sentido de la vista y dialoga con figuras míticas –Diana, Circe, Deyanira– que son como el azogue donde perfilar, por contraste, la propia imagen: «guerrera entre los árboles    se da al viento    enarbola cicatrices de caza    en el seno rabia    amor en la rodilla    en la sien locura».

 

Y es este deseo el que modula la escritura y le da su carácter fluido, disperso, esa jouissance sin rumbo cierto que parece anclada eternamente en el instante de la espera o la inminencia. Las frases se reúnen en bloques textuales sin puntuación que simulan enjambres suspensos en el aire, y en los que el foco está puesto una y otra vez en el cuerpo, en las partes del cuerpo (ojos, manos, torso), o en un mundo natural que se erotiza en su presencia. Figuraciones persuasivas cuya atmósfera vagamente espectral nos recuerda, al modo barroco, que «solo lo fugitivo permanece y dura».

 

 

Publicado originalmente en La Lectura de El Mundo, 29 de abril de 2022.

 


 



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